Convocamos el próximo encuentro para
el sábado 25 de enero de 2012,
en Sitges
en el bar Montroig
(carrer Dos de maig)
a las 20.30h.
(Hemos retrasado nuestro próximo encuentro
tomando en cuenta puentes, fiestas, etc.
Queremos trabajar, dialogar, pero sin agregar más estrés...)
(Hemos retrasado nuestro próximo encuentro
tomando en cuenta puentes, fiestas, etc.
Queremos trabajar, dialogar, pero sin agregar más estrés...)
El tema a tratar es (sigue siendo) :
"Introducción a Foucault"
Expone:
Josefina Aranda (Ins. Mallafré)
El texto de base es el de F. Gros: Michel Foucault, Amorrortu, 2007.
Reseña de la conferencia de Manuel Cruz
impartida en Sitges, el 29 de Noviembre,
que fue francamente interesante
Manuel Cruz comienza planteando la enorme mutación que se ha dado en nuestra forma de pensar: el economicismo finalmente ha ganado la batalla ideológica. Antes pensábamos que todo se explicaba en última instancia remitiéndolo a la esfera política. En cambio en la actualidad explicamos todo remitiéndolo a la economía. Creemos que la lógica que lo rige todo es la economía. Además, vivimos la economía como si fuera una fatalidad, un mecanismo ciego, al margen de toda voluntad humana. Sabemos que la acción política corresponde a decisiones humanas; pensamos, en cambio, que la acción económica no es humana. Es como si la crisis actual, por ejemplo, fuera una especie de tsunami, del cual nadie es responsable. Los designios de la economía son inescrutables. Pensamos la economía en términos casi teológicos.
Ese economicismo se expresa, por
ejemplo, en la forma de concebir la Universidad. El ministro Wert repite una y otra vez que
hay que ajustar las carreras a las (presuntas) demandas del mercado. Parece que la Universidad sea una FP
superior. Nadie habla de la transmisión de una tradición cultural, una
tradición intelectual. Otro ministro de cultura (el italiano) es
capaz de hacer un comentario del estilo de: “De La Divina Comedia no se vive”. ¿Hemos de deducir de allí que carece de
todo valor!
Manuel Cruz señala que el triunfo de la
economía es el fracaso de la política. Tiene una frase preciosa: “la política
es el poder de los que no tienen otro poder”.
El economicismo (que es la ideología del neoliberalismo ) se dedica a
desprestigiar las ideologías políticas. Hoy en día afirmar que las grandes
ideologías políticas han muerto en el fondo es reaccionario. Pretender que el político es un mero gestor
es la trampa que nos tiende el nuevo discurso conservador.
El siglo XIX creía que la
sociedad podía transformarse. El siglo XX fue el siglo de los grandes proyectos
de emancipación. En el siglo XXI parece que hayan desaparecido los proyectos políticos de emancipación. Se ha impuesto el neoliberalismo, pero no al margen de la política, sino gracias a la acción política de Reagan y Thatcher. En el
siglo XXI la política se declara derrotada. Vamos repitiendo una y otra vez que “no hay nada que hacer”. Los
propios políticos se declaran impotentes. La Izquierda ha adoptado una especie de discurso
conservador: quiere conservar lo que queda del Estado de Bienestar. La política
ha perdido su prestigio. Toda la esfera política ha quedado devaluada. La
palabra “reforma” ha quedado depreciada: tememos las reformas laborales, tememos
las reformas educativas. Nos hemos
olvidado de que es posible llevar a cabo reformas redistributivas. Nos limitamos
a echar pestes contra los políticos. Los propios políticos rehúyen hacer propuestas claras, transformadoras. Las propuestas políticas se han vuelto
volátiles. La diferencia entre las propuestas de izquierda y de derecha se han ido minimizando. Los políticos ya no hacen propuestas a largo término. Los políticos tratan a los votantes como si fueran consumidores que hay que captar, como si se tratara de publicitar y dar a “consumir”
una “oferta” política. De allí su discurso desvirtuado. Hoy en día la gente piensa que ya no tiene sentido hablar de lealtad a unas siglas, a
un partido. Se puede cambiar en cada
elección, votar una vez a unos, otra vez a otros, del mismo modo que uno cambia de marca de detergente. El neoliberalismo pretende
debilitar la política, hasta dejarla reducida a mero espectáculo.
El economicismo neoliberal
también ha convertido al individuo en “empresario de sí mismo” -eso que se
llama hoy en día un “emprendedor”. Hay
cambios semánticos significativos, como, por ejemplo, la “externalización de
empleados”. Lo peor es que los trabajadores
“externalizados” se creen que son empresarios.
Hay mucha gente que dice: “¡a mí no me manda nadie!” En el fondo, estos "emprendedores" se han
convertido en explotadores de sí mismos.
Manuel Cruz dice que la vida
últimamente se ha endurecido mucho. Las utopías han emigrado del mundo de la
política al mundo de la vida (Habermas). Hoy en día a lo sumo aspiramos a tener pequeños
paraísos íntimos. Pero ¿es fácil tener paraísos íntimos? Es más difícil que nunca, porque el campo de batalla
se ha ampliado hasta invadir el espacio íntimo. Las relaciones de poder, dominio y
competitividad tienden hoy en día a penetrar incluso el ámbito de las relaciones sexuales.
Antes la gente se santiguaba cuando salía de casa. Manuel Cruz hace el chiste de que
hoy en día habría que santiguarse cuando uno sale de casa, pero también cuando uno
vuelve a casa…
Manuel Cruz concluye su
conferencia señalando que hay que rechazar el fatalismo económico, rechazar la idea de
que lo económico es inexorable. Esta idea es especialmente absurda en la actualidad. El
propio Sarkozy ha llegado a afirmar que había que suspender provisionalmente el
capitalismo. Con la crisis, el sistema capitalista nos está mostrando todas sus grietas y
su vulnerabilidad. Sin embargo, nosotros seguimos pensando equivocadamente que
es inmutable. Deberíamos preguntarnos, dice Manuel Cruz, qué tipo de sociedad queremos
y reconstruir la esfera de la política, recuperar el poder político: el poder de los que no tienen otro poder. Así pues, Manuel Cruz sugiere que la ética para tiempos de
crisis es, en el fondo, la política.
(Alín - Ins. Cubelles)